Pez con un sueño

¿Que pasa si un dia un lobo se cansa de ser solitario? ¿si a un pez se le ocurriera que volar es lo que siempre ha deseado?

sacudida

Calla tu rostro, deja que vuelva mi sonrisa
perdida en tu mirada, se ha olvidado volver a casa.
Borra tu rastro, línea sin mapa de mi vida,
desvía el viento que trae rastros de tu recuerdo,
las piedras se quejan del clima
y no hay refugio donde resguardarse
del abandono de uno mismo, del olvido.
Llueve a destiempo y a mordidas,
quizá se laven de las calles el color gris de tantas heridas.
y las tristezas se amotinen en desbandada
entre hierba y papel surgiendo de los coches
Come carne a manera de despedida,
devorar las entrañas de esta historia
que con nuestros nombres solo podría ser suicida,
quizá nos salve de matarnos
por consumir recuerdos en mal estado.
Revende los lunes en cualquier esquina,
 así no empezara nunca una semana,
que el domingo comparta el desencanto
de un mañana que no traerá ni otro sol, ni tú abrazo,
y no habrá más tiempo, ni esperanza
ya es suficiente el silencio como distancia.
Quema mis manos, nada se siente igual
desde que se grabo tu espalda entre los nervios y mis mañanas.
Huye de que aquellas palabras
que a veces vuelven, traicionadas,
inútil libertad hacia la nada.
Escribe mi nombre, borra mi alma,
me quedare en alguna de las huellas
de esta elegía absurda, de tu paso
por este mal intento de fuga

Ojeras



Despertar a esa mala hora de la noche a buscarte a mi costado,
lleno de ruidos lejanos,  perros ladrándole a la tristeza,
de restos de tu sonrisa en los espacios olvidados,
busco pistas en la cicatriz que dejaste en mi mirada.

Navego desvelado, mar de humo y asfalto
desde que no están tus ojos cuesta quitarse el frio.
Desterrajado, desorientado, a la deriva intento
perderme en la inmensidad que alguna vez fueron tus brazos.

La madrugada ataca a sal fluyendo al ritmo de tus mareas,
el sol me reta a una carrera contra el tiempo,
yo tarareo una canción de Cohen con tu nombre
me pierdo en la calle, una y otra vez un desencuentro.

Pensar en el milagro de tu sonrisa convirtiendo el aire en oro,
aun guardo un poco de tu luz en la nevera, para curar
el dolor de mis dedos, en tu ausencia y su costumbre
de quemar los recuerdos a distancia… distancia y silencio.

Callar el dolor, ocultándolo del frio, pequeñas fugas de tristeza
se cuelan furtivas en mi mirada que te busca ansiosa y clandestina.
Quisiera haber reconocido el mundo contigo,
que las despedidas sin abrazos, duelen como puntos suspensivos.

 Que este temblor y esta furia no surgiera de los huesos
que no me hiciera crujir desde el fondo este desasosiego
murmurando tú recuerdo, esta chapa de olvido que es un fraude contra el tiempo
Esta rabia de extrañarte, estos días vacios